Virginia Woolf
La Real academia española definen el divorcio como:
"Separar, apartar personas que vivían en estrecha relación, o cosas que estaban o debían estar juntas".
Ahora bien, la separación de los padres genera una ruptura en los hijos e hijas, la cual, dependiendo de la manera en que se lleve a cabo el proceso de divorcio y la calidad de las relaciones que tengan los progenitores entre sí y éstos con los(as) niños(as), puede ser leve, moderada o severa, en concreto verificando el nivel de ansiedad, estrés y patologías psíquicas que puedan acarrear por este proceso.
Por otro lado, en los(as) hijos(as) que han experimentado un divorcio, con base en Mercado Andrade (2011) éstos(as) pueden desempeñar alguno o varios de los siguientes papeles:
- El hijo niño: "Se ven tentados a sacar provecho de las circunstancias para conseguir de uno de sus padres lo que no pueden conseguir del otro" (p, 12).
- El hijo adulto: Es aquel cuyos padres no logran entender que su hijo pueda seguir siendo un “niño” (P, 12). Lo que significa que, colocan al niño o la niña a cumplir roles que no les corresponden y que son de índoles muy elevadas y estresantes para ellos(as).
- El hijo mensajero: "El niño conserva el vínculo entre sus padres, quienes sólo consiguen comunicarse entre sí por ese intermediario, cuya existencia los obliga a mantenerse en contacto" (p, 12).
- El hijo terapeuta: "Los hijos se sienten obligados a ayudarlos a superar la prueba, adquieren vocación de redentores, transformándose entonces en terapeutas de sus padres" (p, 12).
- El hijo estorbo: Se aplica a todos los hijos que se encuentran formando parte del juego de "LEGO" (característico de las familias reintegradas), en ocasiones ya se han constituido en los terapeutas del progenitor con el que viven, cuando sucede que el otro se casa y tiene un nuevo hijo, son como muebles que se compraron en otro tiempo y solo se conservan (p, 12).
- El hijo vengador: "Es una de las categorías de mayor gravedad patológica y con mayor intensidad obstaculizan el desarrollo del niño, él toma partido en la querella parenteral, sin que nadie le pida que así lo haga" (p, 12).
- El hijo dividido: "Es el caso más conocido, el niño pasa del padre a la madre, se adaptan al cambio de las reglas contradictorias y es aconsejado en que decir cuando vea al otro padre" (p, 13).
- El hijo objeto: "El niño se ve siempre adornado con todas las virtudes, se encuentra atrapado en el deseo del adulto, cuyas preocupaciones comparte, y que lo obliga a suscribir una personalidad por poder" (p, 13).
Adicionalmente, Mercado Andrade (2011), cita a Kalter et al (1989), explicando que en el proceso de separación de los padres pueden ocurrir factores de riesgo de tipo social que predisponen a que los hijos tengan un proceso sea de mayor gravedad, los cuales son:
- "Una pérdida de poder adquisitivo" (p, 14), fundamentalmente de tipo económico.
- “Cambio de residencia, escuela y amigos” (p, 14).
- “Convivencia forzada con un padre o con miembros de la familia de alguno de ellos” (p, 14).
- “Disminución de la acción del padre con el que viven" (p, 14).
- “Introducción de parejas nuevas de los padres” (p, 14).
Divorcio en las diferentes etapas del desarrollo
Por otro lado, el divorcio afecta de diferente manera a los(as) niños(as) de diferente manera dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se encuentre. De hecho, los recién nacidos necesitan desarrollar una simbiosis con su madre para sentirse en un entorno seguro y confiable. Por otro lado, a medida que van creciendo buscan desarrollar habilidades, persistir ante las dificultades, destacarse, buscar el éxito, ganar amistades, etc., por lo que un divorcio puede alterar estas etapas que son características e importantes en los(as) pequeños(as).
Llegado a este punto, con base en Mercado Andrade (2011):
¿Qué se puede hacer?
Por otro lado, el divorcio afecta de diferente manera a los(as) niños(as) de diferente manera dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se encuentre. De hecho, los recién nacidos necesitan desarrollar una simbiosis con su madre para sentirse en un entorno seguro y confiable. Por otro lado, a medida que van creciendo buscan desarrollar habilidades, persistir ante las dificultades, destacarse, buscar el éxito, ganar amistades, etc., por lo que un divorcio puede alterar estas etapas que son características e importantes en los(as) pequeños(as).
Llegado a este punto, con base en Mercado Andrade (2011):
- Divorcio en el recién nacido: el (la) niño(a) percibe la ausencia de uno de sus progenitores y lo expresa mediante el llanto. Adicionalmente, puede "papá" a cualquier hombre que se encuentre a su alrededor y en su juego busca a quienes no están a su lado.
- Divorcio desde los 2 a 3 años: el abandono puede generar retraso psicológico a nivel del lenguaje y de la comunicación, alterando otros procesos cognitivos y procesos del desarrollo, por ejemplo psicomotrices.
- Divorcio desde los 3 a 5 años: pueden creer que son los culpables de la separación de sus progenitores. Asimismo, temen al abandono, la soledad, lo cual les puede interferir en desarrollar más habilidades, las cuales les permitirían destacarse socialmente.
- Divorcio desde los 6 a 12 años: pueden concientizarse sobre el problema o los problemas que tienen debido a su situación, pero no saben cómo afrontar su situación. Además, pueden acarrear trastornos de ansiedad, depresión, negativismo, rechazo hacia sus padres y nuevos cuidadores, e incluso, manifestar síntomas físicos (vómitos, mareos, dolores de cabeza).
- Divorcio en la adolescencia: existe riesgo de desarrollar múltiples patologías como trastornos de conducta o personalidad antisocial, anorexia, drogadicciones, sexualidad sin protección. Asimismo, pueden ser víctimas de Bullying o ser ellos(as) quienes acosen a otros(as).
¿Qué se puede hacer?
Dentro de las alternativas de tratamiento que existen para los(as) niños(as) que experimentan este tipo de experiencias, se encuentran las terapias cognitivo conductuales, en las cuales se intervendrán distorsiones cognitivas que generen en el (la) menor sesgos cognitivos (incrementar lo negativo y reducir lo positivo) y autoesquemas negativos. Asimismo, problemas como ansiedad de separación, fobias, depresión, estrés, etc.
Por otro lado, realizar una psicoeducación a los padres y al (la) menor es de suma importancia para que los padres entiendan qué tipo de comportamientos y sufrimientos psíquicos pueden llegar a padecer los niños, como también el duelo que pueden presentar éstos por la relación que han perdido. Todo esto se aplica con el fin de reducir la ansiedad o preocupación que puede sentir cada miembro de la familia, y por supuesto, verificar si disponen de apoyo psicosocial o que lo encuentren para que el proceso de duelo y de terapia sea más eficaz y no exista una disfuncionalidad tan marcada en cada integrante.
Bibliografía
Mercado Andrade, R.P. (2011). Duelo de los hijos por el divorcio. (Trabajo de Grado). Asociación Mexicana de Tanatología, A.C. México.
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