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martes, 20 de agosto de 2019

Maltrato intrafamiliar en niños y niñas



La Organización Mundial de la Salud (2016) define el maltrato infantil como 
los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, e el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.

Adicionalmente, con base en Murueta y Orozco (2015, p. 37 - 39), existen diferentes modalidades de maltrato infantil:
  • Físico: "es expresada por lesiones físicas, hematomas y contusiones inexplicables, cicatrices, marcas de mordeduras a la medida de un adulto, fracturas de hueso, quemaduras, cortaduras, verdugones, moretones y otros daños" (p, 37). Asimismo, estos autores (2015) comentan que existe "el síndrome del bebé sacudido" (p, 37), el cual consiste en atacar mediante látigos al menor, lo cual puede generar daños neurológicos, y por ende cognitivos, e incluso la muerte. 
  • Abuso sexual: "se manifiesta con caricias sexuales, coito y otras formas de explotación sexual vergonzosa y dolorosa" (p, 38). Adicionalmente, es uno de los más perjudiciales para los niños, ya que les deja secuelas severas en su comportamiento, como aislamiento, baja autoestima, pesadillas, incomodidad al contacto físico, baja concentración escolar, llanto fácil, interés por estar prolongado tiempo en la escuela (llegando temprano o retirándose lo más tarde posible), ausentismo escolar, conducta agresiva o destructiva, depresión crónica y retraimiento, conocimiento sexual o comportamiento inapropiado para la edad, conducta excesivamente sumisa, irritación y dolor o lesión en zona genital (p, 38).
  • Maltrato emocional: "también denominado crueldad mental, se expresa por medio de hostilidad verbal en forma de insulto, desprecio, crítica y rechazo empleando gritos y palabras altisonantes con la firme intención de avergonzar o ridiculizar" (p, 38). 
  • Maltrato prenatal: "se manifiesta cuando la mujer embarazada, consciente de su estado, perjudica el desarrollo del feto al consumir medicamentos, alcohol, drogas, etc (p, 38).
  • Corrupción: "se manifiesta promoviendo e incitando al niño a realizar acciones delictivas tales como hurtos, tráfico y consumo de drogas y pandillerismo, entre otras" (p, 38). Asimismo, "se complementa con la premiación de dichas acciones, lo que propicia a que el niño las asuma como prácticas de un adecuado estilo de vida" (p, 38). 
  • Explotación laboral: "se expresa con la exigencia de realizar trabajo forzoso por prolongadas horas que exceden los límites de lo habitual para un niño. Esta situación puede interferir en las necesidades y actividades escolares del niño" (p, 38).
  • Síndrome de Münchausen (patología de los padres): "se manifiesta al provocar un daño planeado y calculado para desatar síntomas físicos y patológicos en el niño que requieren hospitalización o tratamiento médico reiterado para así obtener trato especial y consideraciones de otras personas (p, 39). "Cuando se presenta este síndrome, las exploraciones médicas no tienen un diagnóstico preciso y el menor tiene síntomas persistentes de difícil explicación teórica, por lo que se encuentran contradicciones graves entre los datos clínicos y los conductuales" (p, 39). "Estos síntomas desaparecen cuando el niño no está en contacto con su familia" (p, 39).

Por otro lado, de acuerdo con estos mismos autores (2015), existen otras formas de maltrato hacia los(as) menores de carácter pasivo:
  • Abandono físico: "se presenta cuando los padres no proveen a sus hijos de los medios que satisfagan sus necesidades físicas básicas, tales como alimentación, abrigo, vestimenta, atención médica adecuada y/o supervivencia" (p, 39).
  • Abandono emocional: se manifiesta con la falta de respuesta a las señales de llanto, sonrisa u otras expresiones emocionales del niño, así como a sus conductas de interacción física" (p, 39).
  • Atestiguamiento de violencia: "se manifiesta cuando los padres protagonizan episodios cotidianos de violencia (simétrica o asimétrica) haciendo caso omiso de la presencia de sus hijos" (p, 39). Los niños que son expectadores de violencia en sus casas (aunque no sean víctimas de forma activa de ella) pueden aprender a utilizar la agresión como medio para resolver sus problemas (Olaya, Tarragona, De la Osa, & Ezpeleta, 2008), o bien, para sentirse asustados y confundidos por no recibir el beneficio de un ambiente seguro (p, 39). 
  • Asimismo, siguiendo a Murueta y Orozco (2015), existen diferentes tipos de niños(as) que desempeñan diversos roles o comportamientos dependiendo de su situación (p, 40 - 41).
  • El niño hipermaduro: algunos niños presentan una madurez superior a la de sus compañeros de la misma edad; son autónomos y tienen mayor influencia en la toma de decisiones familiares. Es decir, se convierten en pequeños hombrecitos o mujercitas que hacen las tareas domésticas y cuidan a sus hermanos a costa de renunciar a sus propios intereses (p, 40).
  • El niño espía: "los niños llegan a ser utilizados por sus padres para saber qué hace su pareja, lo que los coloca en un conflicto de lealtad" (p, 40).
  • El niño mensajero: rol que suelen desarrollar los niños cuyos padres los utilizan para enviar mensajes con palabras altisonantes y/o términos despectivos a su pareja para demandarle que cumpla ciertas necesidades. Por ejemplo, una madre puede pedir a su hijo que le diga a su padre que le compre zapatos o le dé dinero, colocándolo, así, en una situación incómoda y estresante (p, 40).
  • El niño colchón: "rol que desarrollan con frecuencia los niños cuyos padres descargan sobre ellos sus problemas de pareja. Ellos tienen que soportar las devaluaciones de uno de los padres contra el otro y dar excusas para justificarlo, amortiguando, así, las discusiones entre los padres" (p, 40).
  • El niño confidente: "niños que se vuelven una figura de apoyo emocional para sus padres al convertirse en escuchas de las insatisfacciones y/o malestares por la pareja" (p, 40).
  • El niño víctima del sacrificio: "niños cuyos padres viven reprochándose los sacrificios que hacen por él, por lo que crece sintiéndose una carga y  pensando que sus papás lamentan su existencia, con un enorme sentimiento de culpa" (p, 40 - 41).
  • El niño bajo alineación parental: se dice que un niño está bajo este síndrome cuando uno de los padres envía mensajes negativos sobre el otro para conseguir que su hijo lo elija, al mismo tiempo que le quita el permiso psicológico para relacionarse con el otro progenitor. Estos niños prefieren quedarse con el padre que desvaloriza y casi eliminar al otro negándose a mantener una relación con él por temor a ser abandonado. Esto los obliga a unirse incondicionalmente a un solo progenitor, compartir sus ideas y comportamientos para sobrevivir psicológicamente (p, 41).
  • El niño con efecto bumerán: "esta situación es la opuesta a la anterior: tras crecer escuchando los insultos y devaluaciones de un padre hacia el otro, el niño decide inclinarse por el progenitor que ha sido descalificado" (p, 41).
Repercusiones en el desarrollo cognitivo y emocional
El maltrato hacia los(as) hijos(as) es un fenómeno que genera demasiadas repercusiones en los(as) mismos(as). Murueta y Orozco (2015) describen 14 alteraciones en el desarrollo de los(as) niños(as) que sufren de maltrato:
  • Tristeza: "esta consecuencia emocional puede manifestarse de diversas maneras, ya sea llorando, permaneciendo callado, alejado, distraído y/o mostrando dificultad para disfrutar de actividades que solían gustarle. Este sentimiento puede volverse crónico y transformarse en depresión" (p, 41).
  • Miedo: suele expresarse a través del llanto frecuente, conductas de apego, inquietud o rechazo incluso a cualquier persona cercana. Esto puede deberse al temor a ser abandonado, a quedarse sin alimento, abrigo o casa, o bien, a que se le deje de querer (p, 42).
  • Culpa: este sentimiento es muy común en los niños que tienen la creencia de que ellos son el centro del universo y que por eso son la causa de todo lo que ocurre a su alrededor, por lo que se sienten responsables de las peleas entre sus padres y creen que ellos pueden reconciliar o solucionar los problemas (p, 42).
  • Soledad: "esta sensación suelen experimentarla por carecer de los cuidados y la seguridad que necesitan, ya que sus padres no se los proporcionan por encontrarse inmersos en el conflicto de violencia" (p, 42).
  • Enfado: "suele manifestarse como desacato a las figuras de autoridad y peleas con otros niños" (p, 42).
  • Regresión: se manifiesta con los intentos del niño por evadir todos los acontecimientos estresantes que está viviendo retirándose mentalmente a un lugar donde se sienta más seguro y tranquilo. Las conductas regresivas más comunes son: chuparse el dedo, habla infantil, enuresis nocturna, rabietas, alta dependencia de los padres, así como dejar de usar cubiertos para alimentarse y recurrir nuevamente al biberón y/o a relacionarse con un objeto de apego (p, 42).
  • Desamparo aprendido: "es una consecuencia que puede presentarse tras un periodo relativamente largo de exposición a episodios violentos, o como resultado de frustraciones y fracasos repetidos que lo hacen sentir que sus esfuerzos para enfrentar la situación problemática son inútiles" (p, 42).
  • Alteraciones hormonales: Portellano (2008) y Estivil (2002) refieren que los menores víctimas de violencia en casa están expuestos a condiciones que afectan de forma importante su calidad y cantidad de sueño, lo que tendrá importantes repercusiones en la generación y modulación hormonal, en particular de la hormona de crecimiento, químico fundamental para los procesos de regeneración tisular y consolidación de los procesos de aprendizaje. Esta condición ha provocado que muchos menores en condiciones de violencia crónica muestren niveles generales de menor y más lento crecimiento físico, menores niveles de éxito académico y menores puntuaciones en pruebas de inteligencia general. Este cuadro se ha denominado enanismo psicosocial, que se define como el retraso en el crecimiento de origen psicosocial (García, 2009; Rosenzweig, Breedlove, & Watson, 2005; p, 42).
  • Problemas de sueño: estos se manifiestan básicamente con presencia de terrores nocturnos, pesadillas recurrentes, insomnio, miedo a dormir solo o a la oscuridad. También se han descrito condiciones donde el menor no tiene los hábitos de sueño necesarios para su edad, hay disminución de los periodos de sueño. Según Estivil (2002), estos problemas suelen correlacionarse estrechamente con muchos de los problemas cognitivos y de conducta característicos en estos niños (p, 42 - 43).
  • Problemas escolares: se refieren a la inadaptación en el ámbito educativo, bajas calificaciones, repetición de años escolares y un conjunto de condiciones que se han denominado fracaso escolar. En el caso de preescolares, se ha apreciado que la exposición a la violencia entre sus padres se asocia con irritabilidad excesiva, regresión en el lenguaje y control de esfínteres, ansiedad de separación, dificultades en el desarrollo normal de la autoconfianza y de posteriores conductas de exploración relacionadas con la autonomía que, frecuentemente, el profesor puede observar con facilidad (p, 43).
  • Dificultades en sus relaciones interpersonales: los niños víctimas de violencia muestran estrategias de relación interpersonal caracterizadas por vinculación con compañeros de menor edad y dificultad en la asunción de reglas en la relación con sus pares o para expresar desacuerdos. Es común el despliegue de conductas violentas como medio de resolución de problemas. También se observa aislamiento o exclusión por parte de sus compañeros. Los niños maltratados no aprenden a defenderse, no saben detener el maltrato y, en muchas ocasiones, ni siquiera se dan cuenta de que el trato que se les brinda es nocivo e inconveniente (p, 43).
  • Alteraciones cognitivas: en los niños en situación de maltrato se han observado menores niveles de rendimiento en escalas de inteligencia, verbales y de memoria (Pino & Herruzo, 2000). Presentan retrasos en el nivel madurativo global, incapacidad para abstraer y generalizar conceptos, inmadurez y perseverancia en plantear soluciones negativas (Moreno, 2003; p, 43).
  • Alteraciones en el lenguaje: se manifiestan en forma de trastornos del habla, generalmente disfemia y dislalia; desarrollo lingüístico por debajo de su edad cronológica; alteraciones en la intencionalidad en la comunicación y pobreza de vocabulario; y dificultades en pragmática, morfología, sintaxis y semántica (Moreno, 2003; p, 43).
  • Problemas conductuales: es común que los niños en condiciones de violencia muestren una serie de conductas desajustadas o desadaptativas que pueden incluir alteraciones por poca activación o participación en el ambiente (como los niños que presentan mutismo selectivo, común, aunque no exclusivo, en casos de maltrato), poca integración con pares, disminución de la curiosidad, timidez excesiva, cuadros que semejan la fobia social de los adultos, o por el contrario, casos en que la conducta se exacerba y se manifiesta poco control de impulsos, cuadros maniacos, autolesiones, conductas obsesivo-compulsivas (frecuentemente onicofagia) y prácticas de riesgo (Silva, 2003; Meece, 2000; p, 43).
Bibliografía
Murueta, M., & Orozco, M. (2015). Psicología de la violencia, Editorial Manual Moderno, México. 
Organización Mundial de la Salud. (2016). Maltrato infantil, Organización Mundial de la Salud. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/child-maltreatment

jueves, 18 de julio de 2019

Violencia

La justicia social no puede ser conseguida por la violencia.
La violencia mata lo que intenta crear.
Papa Juan Pablo II.


La violencia es un concepto que proviene del griego "violentia", el cual hace referencia al uso de la fuerza tanto física como psicológica para hacer daño hacia alguien, varias personas, animales o, incluso, uno mismo. En adición a esto, las consecuencias que puede causar la misma pueden ser de carácter orgánico y/o psíquico. Con base en la OMS (2002), ésta es:

El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (p, 5).

Asimismo, existen diversas maneras en que se clasifica la violencia, las cuales varían dependiendo de variables como el sexo, la edad, proximidad en las relaciones interpersonales, hacia uno(a) mismo(a) y de un grupo hacia otro. Con base en Murueta Reyes y Orozco Guzmán (2015), ésta se puede clasificar de la siguiente manera:
  • Violencia familiar
    • Violencia en la pareja, de uno hacia la otra persona o entre ambos
    • Violencia de los padres hacia los hijos
    • Violencia de los hijos a padres
    • Violencia entre hermanos
    • Violencia contra los mayores
  • Violencia de género
  • Violencia juvenil
  • Violencia territorial
  • Bullying
  • Mobbing
Por otro lado, la OMS (2002) clasifica la violencia como: 
  • Violencia juvenil
  • Violencia contra la pareja
  • Maltrato hacia menores y abandono de éstos(as)
  • Maltrato hacia los(as) ancianos(as)
  • Violencia sexual
  • Violencia autoinfligida
  • Violencia colectiva
Adicionalemente, no debe confundirse la agresividad con la violencia. En primera medida, la primera consiste en realizar daño con o sin voluntad a otra persona, animal u objeto, sin embargo la diferencia radica en que ésta se aplica de manera reactiva o por defensa hacia estímulos peligrosos, como también ante situaciones en las que se debe luchar para sobrevivir al medio riesgoso. Por el contrario, la otra dimensión tiene como criterio tener y mantener el control o poder sobre la víctima, que como consecuencia, genera pérdida de voluntad, de autonomía, relaciones interpersonales, competencias o habilidades, empleos y salud. Por ejemplo:

Un hombre ataca a otro que tiene mejor puesto laboral con los puños y quiere que se vaya de la empresa (violencia). Luego, la víctima le responde combatiendo (agresividad).

¿Qué ocurriría si la víctima no se defendiera?

1. Puede seguir recibiendo golpes por parte del perpetrador o insultos, alterando su salud física y psíquica.
2. Adicionalmente, puede perder motivación o interés en seguir trabajando en la empresa. 
3. Aumentan los niveles de estrés o tensión que dificultan que se destaque en su empleo.

Violencia y enfermedad mental
Llegado a este punto, la violencia siempre es un factor de riesgo de padecer patologías psíquicas. Con base en Martín y Carrasco (2011), las personas expuestas a entornos donde se lleve a cabo la misma corren peligro de padecer síntomas característicos de un estado de ánimo depresivo, irritabilidad, aislamiento social, retrasos en el desarrollo, intentos autolíticos, trastornos psiquiátricos, riesgo de ejercer violencia, consumo de alcohol y otras sustancias y tener problemas con la ley.

Bibliografía